Comenzamos en marzo con una inmersión total en la comunidad, 4 meses, 35 familias, 1 comunidad, y 3 voluntarios dispuestos a vivir en las mismas condiciones que las personas del lugar. Mucha energía y con la esperanza de tocar la fibra y el corazón de todos esos vecinos para generar el cambio.
Meses intensos de trabajo son los que se viven, sobre todo al comienzo. La organización de las asambleas, los puerta a puerta, las necesidades individuales de cada vecino y cada voluntario, la preparación de las metodologías, la compañía, la novedad, las dificultades, los malos entendidos.
Generar cambios sociales en comunidades, y cambios estructurales en la organización de ellas es complejo, sobre todo en 4 meses. También, es muy probable que no veamos concretados los proyectos que se elaboran junto a los vecinos, en el tiempo en que nosotros estamos allí. Eso puede ser desmotivador para el equipo facilitador, y sobre todo para los vecinos. Intentar reducir los riesgos, aumentar la motivación, y enfrentar situaciones que atentan contra el proyecto, son casi pan de cada día. Romper con el clásico asistencialismo, el paternalismo, el hacerles entender a los vecinos que nosotros no venimos con las soluciones, ni venimos a hacer las cosas por ellos, si no que esperamos que de ellos nazca todo y hacerles entender que ellos son los actores más importantes y relevantes, es la parte más compleja.
Sabemos que mientras estamos allí, se logran cosas mucho más importantes que la ejecución de un proyecto o de 10 proyectos. Dejar a la comunidad, habiendo despertado ese deseo de cambio; las ganas, la motivación y los conocimientos para poder seguir adelante solos, tal como lo han hecho siempre, pero juntos y con un norte claro. Siempre hay vecinos más comprometidos que otros, y que finalmente, deberán asumir y entender que serán ellos, quienes deberán movilizar a los demás, por lo menos por algún tiempo. Tanta responsabilidad, a veces da miedo.
El sueño es que participen todos los vecinos, pero la realidad que se enfrenta es otra. Los que participan con nosotros, han experimentado nuestras metodologías, han puesto su granito de ayuda en las deliberaciones comunitarias, y saben que se está trabajando. A lo largo de toda la intervención se van sintiendo cambios pequeños pero poderosos. Tan sólo el hecho de llegar nosotros, y que ellos sepan que nos estamos quedando allí, en SU sede. Va generando un cambio, porque muchos de ellos no sabían que tenían un espacio propio, muchos de ellos, velaban por su metro cuadrado, muchos de ellos no conocían al vecino que conocieron aplicando las metodologías, muchos de ellos no asistían a asambleas porque pensaban que era perder tiempo, y tal vez para algunos lo fue, pero importante es tener claro que para otros no fue así.
Es sumamente importante, entender que debemos ser gestores en la formación y regeneración del tejido social. Es importante para ellos saber que hay alguien ahí fuera, que está preocupado de ellos, de saber cómo le fue en el médico, o de saber cómo pasó el día, y que está ahí sin interés más que el de servir, genuino, y sin una agenda oculta.
Hace un par de semanas que se dio término a los 4 meses de intervención, en la comunidad Estación Polpaico, ubicada en Tiltil. Primera experiencia de ONG Autribu con esta innovadora propuesta de intervención, que contempla 4 meses de inmersión total en las comunidades, y que busca la autogestión y empoderamiento comunitario. 4 meses donde se identificaron 11 problemáticas locales, y de ellas se priorizaron 4. Fueron casi 120 días, donde los vecinos alcanzaron a elaborar en total 10 proyectos, que pretenden acompañar a los vecinos de aquí en adelante, y donde tuvimos la fortuna, de presenciar el comienzo del proyecto de mejoramiento de la sede social, y donde ojalá, tengamos la fortuna de ver cómo los vecinos van concretando por sí mismos, los demás proyectos.
Si bien llevar a cabo una intervención así requiere de mucha planificación y estructura interna, siempre ocurren cosas que se salen de nuestras manos, tanto como equipo facilitador, como organización, sin embargo, es algo que nos ayuda a aprender y a crecer, a reformular y redirigir procesos. Y tal como las comunidades requieren que uno se ponga en el lugar de ellos, nosotros como organización necesitamos lo mismo de parte de ellos.
Estamos en proceso ya, de revisar nuestro procedimiento y protocolos, de realizar las modificaciones pertinentes a nuestra metodología de intervención, para que sea una experiencia llena de aprendizaje y más llevadera para nuestros voluntarios en terreno y las personas de la comunidad. En agosto comienza una nueva aventura, con nuevos voluntarios y una nueva comunidad. Nosotros seguimos adelante para generar un proyecto de intervención que forme comunidades que se auto-gestionen para concretar proyectos sociales que beneficien a todos los vecinos, y que sean plenamente conscientes de que depende de ellos cambiar y mejorar, lo que ellos han conocido hasta ahora como su realidad.
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